El último relato de Ambroce Bierce
Hace más de veinte años, el escritor en ciernes Luis G. Abbadie liberó con la publicación de su primer libro una maldición perniciosa. Sus lectores y sus más cercanos amigos quedaron expuestos, sin saberlo, al influjo voraz de un antiguo símbolo: la marca, distante y letal, del Rey de Amarillo.
El manuscrito, que rescataba el terrible y misterioso destino de Ambrose Bierce (el afamado autor del Diccionario del Diablo), está de vuelta y el riesgo sigue más latente que nunca: las fronteras entre la historia y la leyenda se han disuelto, los límites entre la ficción y la realidad, perdido; y el portal a un mundo oscuro, de estrellas negras y viejos horrores, ha quedado abierto de nueva cuenta.
Solo sentir
Para Nadia Contreras, el erotismo es inherente al ser humano: animal e instintivo, pero también es imaginación, es escritura, y la suya surge del arrebato, de la emoción, de las batallas que a veces son las horas, la espera.
Construir con palabras el cuerpo del deseo y develar su anatomía; el incendio en la alcoba, las formas de la mujer desnuda a mitad del lecho: inquietudes que ayudan a dar sentido al verso y a la prosa que conforman Solo Sentir.
En su búsqueda no está sola: cuenta con la complicidad del dibujo de Elena Guerrero, quien traza la ruta para llegar al placer: estético, visual, poético y erótico que encierra este magnífico libro.
Serafina y el Ardid Insondable
Unicornios, dragones milenarios, pájaros picozapatos y una antiextincionista obsesionada con los finales son solo algunos de los personajes que pueblan en esta ocasión El Otro Lado de la Ciudad, un mundo que se ha desarrollado en la obra visual de Diana Martín y que hoy podemos explorar también a través de su literatura.
¿No lo ha visitado usted? No se preocupe: Serafina y el Ardid Insondable es un excelente portal para entrar y conocer a sus habitantes en cuyas pasiones, temores e ironías podrá, sin duda alguna, encontrarse.
Una hermosa alegoría sobre la muerte y las despedidas. Lo que las letras callan, se explora en los trazos y lo que el grafito contiene, resuena en las voces de su narrativa sin desbordarse nunca: el lector es otra página en la que termina de trazarse la historia.
Cien caballos en el mar
En una de las páginas de este libro un personaje que compra gatos de pueblo en pueblo observa al mar y piensa: tanto horizonte a tiro de piedra es dañino. Sentirse enclaustrado de frente a la vastedad es precisamente lo que le ocurre a los seres humanos atrapados en este puñado de cuentos: una mujer que no se acuesta con su marido pero tampoco le permite masturbarse; un hombre que dejó la pistola en casa; la esposa de un reo que se vuelve a su vez su prisionera; una chamaca con polio y poderes mágicos. Compas incompletos. Sombrerudos que se salen con la suya. Héroes del miedo.
Con una narración paciente pero a la vez vigorosa y firme, la prosa de Alfonso López Corral se nos entrega sin prisa, bien dorada por el malvado sol del norte mexicano. En sus cuentos el tiempo se hace vivo y corre descalzo. De repente sentimos que acabamos de interrumpir un ritual privado del que todo el lugar es cómplice.
Ceremonia
Sentado en una butaca de la segunda fila del teatro de Bellas Artes durante la entrega de los premios Ariel, el narrador de Ceremonia espera: Gasolina, película basada en su primera novela, ha sido adaptada al cine y, luego de un éxito más bien moderado, está nominada en un par de categorías. Y aunque el resultado final de la cinta no es del gusto de su autor —en el camino la historia sufrió cambios, perdió su esencia y derivó en una reedición inflada para cuadrarse con la película—, sigue la premiación nervioso por escuchar su nombre.
Este punto de partida es el pretexto para que Daniel Espartaco teja un hilarante relato en el que desfilan el activismo burgués, las peripecias de un escritor sin mayor pretensión que beber leche directo del bote, el mundillo editorial, los decadentes servicios de salud en el país y, por supuesto, el cine mexicano: cosas que, en su conjunto, son un problema que nos compete a todos.
Y el Ariel es para…
Versos de una hora
Los cuentos de esta colección pasan por portales temporales, por la entomología y la taxonomía de artrópodos fantásticos, por los universos del porno, por las conspiraciones infraterrenales y por la especulación en torno a una ucronía: la historia cultural mexicana visitada por viajeros del tiempo.
[…] Están pobladas por víctimas, estrellas de porno (Rex Porneau, un apenas disimulado Max Hardcore), demonios, arañas psicotrópicas, Frida Kahlo y otros monstruos; pero, sobre todo, destacan los poetas subversivos que sueñan con cambiar el mundo con palabras, lanzar una revolución de versos incandescentes capaces de demoler el orden que han impuesto las hormigas de la burocracia, la disciplina y la represión.
No se escribe con un programa, se escribe por impulso y supervivencia, por una especie de hambre de inventar y compartir, por comunión más que por comunicación.
Pienso en todo esto al terminar de leer Versos de una hora, de Rodolfo JM, una antología de relatos marcados por el ánimo de la ciencia ficción y por un impetuoso deleite literario que va de las citas y la celebración del género a un deleite personal por el choque entre información y delirio, entre certezas científicas y divagación lúdica.
Redacción Opciones