La Cineteca Nacional presenta la Semana de Cine Georgiano

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Con una población de menos de cinco millones de habitantes, Georgia es a veces considerado un país europeo y otras veces un país asiático. Esta singularidad le ha permitido gozar de una cultura de hondas raíces y fuerte sentido de identidad nacional, aspectos que pueden apreciarse en sus expresiones artísticas, como el cine.

La Cineteca Nacional, en colaboración con la Embajada de Georgia en México y el Centro Nacional de Cinematografía de Georgia, ofrecerá durante el mes de junio la Semana de Cine Georgiano, una revisión de lo más representativo de la cinematografía de este país cuyo cine da fe de un fuerte nacionalismo y arraigadas tradiciones.

Esta selección de 10 títulos contempla piezas clásicas de la primera mitad del siglo pasado, así como el trabajo de cineastas contemporáneos. Destaca el caso de Mikhail Kalatózov, quien se hizo famoso en 1957 al realizar uno de los mejores filmes rusos de todos los tiempos: Cuando pasan las cigüeñas.

Otros directores que forman parte del programa son Vakhtang Tabliashvili, Shalva Gedevanishvili, Tengiz Abuladze, Rezo Chkheidze, Kote Mikarebidze, Mikhail Kalatozov y Giorgi Shengelaia, todos autores clásicos de la primera mitad del siglo pasado y años sesenta. Mientras que la cinematografía georgiana contemporánea está representada por los cineastas Zaza Urushadze, Giorgi Ovashvili, Rusudan Pirveli, Levan Koguashvili y Rusudan Chkonia.

El ciclo inicia con la proyección de Mi abuela (Unión Soviética, 1929) de Kote Mikaberidze, con acompañamiento al piano de Deborah Silberer. El filme presenta a un burócrata quien pierde su empleo y se ve incapaz de encontrar por sí mismo un trabajo en el sector público. Su esposa le convence de conseguirse una “abuela” (“padrino”) para reingresar a la burocracia soviética. Prohibida por la censura oficial durante 40 años, este filme silente es una deliciosa comedia en la cual, además de notorios ecos de Harold Lloyd y los clásicos de la comedia muda estadounidense, existen segmentos de animación, marionetas, escenografías constructivistas y exagerados ángulos de cámara, todo en pos de una sátira mordaz.

Sal para Svanetia (Unión Soviética, 1930) de Mikhail Kalatózov retrata la pobreza que obliga a los habitantes de Svanetia a emigrar hacia las praderas, a donde solamente llevan su más preciado bien, la sal. No todos sobrevivirán a la larga caminata. Mientras tanto, en el que era su hogar, una moderna carretera comienza a construirse.

De la autoría de Vakhtang Tabliashvili y Shalva Gedevanishvili, Keto y Kote (Unión Soviética, 1948) es la historia de un príncipe en apuros financieros que planea casarse con la hija de un rico comerciante. Sin embargo, ella está enamorada de otro hombre. Con ayuda de otra casamentera la joven tendrá todo listo para que cuando su futuro esposo la conozca, le disguste en serio. Esta clásica comedia romántica es también el primer musical en la historia del cine georgiano. En un período de dos años después de su estreno, se proyectó en 10 países con más de 22 millones de espectadores.

Dirigido por Tengiz Abuladze y Rezo Chkheidze, el drama de El asno de Magdana (Unión Soviética, 1955) ocurre a principios del siglo XX. Nos deja ver la historia de una familia de humildes campesinos cuyas vidas cambian para siempre con la aparición de un asno de grandes ojos azules. Este filme obtuvo el premio al mejor cortometraje de ficción en el Festival de Cine de Cannes en 1955.

Pirosmani (Unión Soviética, 1969), dirigida por Giorgi Shengelaia, retrata a Niko Pirosmanishvili, un pintor autodidacta provinciano que arriba a la capital de Georgia para probar suerte con un negocio. Al fracasar en el intento se dedica a la pintura recorriendo las calles y pintando cuanto paisaje se encuentra, sin valorar por completo su trabajo. El reconocimiento le llegará por parte de paisanos educados en occidente, lo que le provoca gran júbilo aunque se gane la suspicacia de sus colegas y la sociedad entera.

Tres novelas unidas por la historia de una pintura que resume el mismo número de siglos dan forma a Tres casas (Georgia, 2008) del director y guionista Zaza Urushadze. La primera se ambienta en una vieja casa a fines del siglo XIX. El patriarca de la familia que ahí reside se comporta como si su esposa muerta aún estuviera con vida. La segunda novela ocurre en medio de la Segunda Guerra Mundial. En ella, una mujer descubre a su esposo sin vida en casa de su amante. Mientras que el tercer relato ocurre en nuestros días y describe la historia de un joven provinciano obligado a traicionar sus principios en nombre del amor.

Ganador del premio del Jurado Internacional en el Festival de Cine de París, el filme La otra orilla (Georgia, 2009) de Giorgi Ovashvili tiene a Tedo como protagonista. El chico de apenas 12 años lucha por recuperar la esperanza en un mundo lleno de obstáculos. Su persona ejemplifica a una generación expuesta a los desplazamientos masivos a causa de una guerra civil.

Susa (Georgia, 2010), dirigida y producida por Rusudan Pirveli, fue la película ganadora del Gran Premio en el Festival de Cine de Tiblisi. Se trata de un retrato de las difíciles condiciones de la Georgia actual y que se revelan a través de la mirada de un jovencito que trabaja en una destilería clandestina en Tiblisi. La esperanza y las expectativas pueden dar fortaleza, pero cuando la realidad destruye las ilusiones no queda más que crecer lo más rápido posible.

El programa también incluye Días de la calle (Georgia, 2010), pieza de Levan Koguashvilifue y ganadora del Gran Premio a la Mejor Película en el Festival de Cine de Isai, Rumania. El protagonista es un adicto a las drogas de 45 años quien se enfrenta a la encrucijada más importante de su vida: la policía le ordena delatar al hijo adolescente de su mejor amigo a cambio de protección, más drogas y dinero en efectivo. De negarse a hacerlo, lo esperan la cárcel y quizás el fin de sus días.

Por su parte, Sigue sonriendo (Georgia-Francia-Luxemburgo, 2012) cierra este recorrido por el cine de esta nación. El filme se muestra como una severa crítica a la crueldad y falta de humanismo de los reality shows, pues pone en la pantalla a un grupo de mujeres georgianas que resulta finalista en un humillante concurso de belleza y habilidades caseras. La pieza representó al país en los premios Óscar de 2013. Con irónico sentido del humor, el filme del director y guionista Rusudan Chkonia critica la forma en que los medios de comunicación manipulan a los individuos para hacerlos creer que alcanzan, al menos por un momento, la felicidad. Sigue sonriendo es también una desencantada visión de la realidad social, moral y económica de Georgia en la actualidad.

Para mayor información consulta: www.cinetecanacional.net

Redacción Opciones

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Arte y Cultura · Cine

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