Una conversación muy íntima entre lo que se ve y el espacio que puede convertirse en el mundo de cualquier persona es lo que propone Ernesto Bautista a través de cinco instalaciones que conforman la exposición Manifiesto que se presenta en el Ex Teresa Arte Actual abierta al público hasta el 7 de septiembre 2014.
Imaginario, Oratorio y Habeas corpus son los títulos de las tres piezas realizadas ex profeso por el artista salvadoreño para el recinto del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). La muestra se complementa con Constelaciones menores (2014) y Diálogos (2010). Se trata de cinco propuestas –“conceptos, abreviaturas, ideas”– que en lo individual parecen inconexas pero que en conjunto dialogan y reflexionan acerca del individuo y su relación con lo social, lo político y lo religioso.
“Son trabajos que se integran en un relato en primera persona y en el que cada espectador crea el mundo que quiere para sí mismo, pero en el que no hay manera de perpetuarlo más que asumiendo su carácter social y colectivo”, dijo Edith Medina, curadora de la exposición.
En esta noche de julio, con una escenografía citadina en la que abundaron nubes negras y una copiosa lluvia, y se guardaron los discursos protocolarios, el húmedo público pudo apreciar, una a una, las obras de Ernesto Bautista (El Salvador, 1987).
De frente, el espectador se encontró en la Capilla de las Ánimas con Imaginario, un espacio de cuatro metros cuadrados cercado por malla ciclónica repleto de tierra húmeda, y en el que se vislumbran huesos incinerados, “retrato de acumulación y deterioro; esquema de relaciones poéticas, políticas e históricas.”
A un lado, en el vestíbulo 1, Bautista comparte Constelaciones menores, serie de cuatro paneles blancos impactados con balas, cuyos orificios se unen por líneas negras de grafito. “Dibujar sobre lo destruido aquello que no se puede ver”, dice el expositor, toda vez que hacen referencia a aquellas constelaciones que a partir de 1928 fueron “oficialmente” borradas de la bóveda celeste al reagruparse, por órdenes de la Unión Astronómica Internacional, en una lista de solo 88 constelaciones.
En el vestíbulo 2 se encuentra la instalación Diálogos, compuesta por un incinerado juego de comedor con cuatro sillas que yacen sobre una alfombra redonda hecha de carbón y cenizas. “Es el centro de reunión familiar, donde lo único que no acontece es la comunicación, que puede extenderse hacia otros campos de la vida contemporánea.”
En la nave principal del recinto, el público pudo acercarse, después de un largo y obscuro camino refrigerado, a Oratorio, instalación que consiste en un reclinatorio de madera y tela roja, “propuesta semántica de lo sensorial y lo poético, de la oración como descarga: la existencia de un fantasma que nos habita.”
Finalmente, en el presbiterio, Ernesto Bautista presenta la proyección de Habeas Corpus, filme de escasos cinco minutos que presenta la incineración de huesos en forma de cruz, una forma de presencia donde la carne inmola su deseo como una promesa, posibilitando un diálogo con la memoria y la esperanza.”
Todo ello es un recorrido –afirmó la curadora– por una serie de conceptos que configuran al ser individual a través de elementos sociales como la percepción del olvido, la memoria, la intimidad y la experiencia diferida por medio de recuerdos ajenos o propios que conducen en cada una de las piezas a una especie de taxidermia de historias y discursos.
Concluyó: “Ernesto Bautista solo coloca una serie de fragmentos para ser completados por quien los ve; al final del día, la realidad de todos nosotros también se ha vuelto realista… y cómplice”.
Por Blanca Godoy