Falta de atención, divorcio y depresión pueden provocar estrés en los menores

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Violencia intrafamiliar, depresión de los padres, problemas económicos y falta de atención, así como el divorcio, pueden provocar estrés en los menores de edad. Esta enfermedad se relaciona con situaciones externas (del medio ambiente o psicosociales) que hacen que el nivel de angustia, ansiedad y desesperación del niño se incremente, lo que ocasiona incomodidad, disminuye su calidad de vida y afecta por ende a la familia.

Cuando el grado de ansiedad es alto, abundó, también se afecta el rendimiento escolar, ya que los menores no se concentran, están distraídos y eso hace que tengan bajo nivel académico. Además, son niños que no pueden socializar, tienen problemas interpersonales y les cuesta mucho trabajo participar en actividades grupales, ya sean escolares o deportivas.

El psiquiatra Camarena Robles indicó que un niño ansioso es una criatura que no se relaciona bien con sus compañeros, llega a ser rechazado y tiene inseguridades, “ello hace que su capacidad adaptativa en las actividades de la escuela sea negativa, por no cumplir con la atención que éstas requieren”.

Algunos de los síntomas que se observan cuando un infante padece esta enfermedad son: movimientos involuntarios como menear la pierna, el pie; mutilarse las uñas con los dientes, sudoración de manos, caída de cabello, insomnio, entre otras manifestaciones, detalló.

El especialista  recordó que para prevenir enfermedades mentales que se generan con el estrés, es necesario llevar a cabo una vida saludable, convivir con la familia, tener momentos de esparcimiento y dar oportunidad de que los menores jueguen.

En general, dijo, los padres de familia tienen la tendencia a dar lo mejor a sus hijos; con esa presión social quieren que aprendan piano, que hagan un deporte, que tomen clases de inglés y realicen actividades extraescolares, lo que satura al pequeño y puede incrementar los niveles de ansiedad, sobre todo si hay una predisposición a ser “ansioso”.

Cuando ocurren estos excesos no se permite al niño tener vivencias lúdicas, convivencia con sus amigos; se les coarta la posibilidad de socialización y vivir el mundo del juego y la fantasía. Por ello, hay que dar oportunidad a que vivan su infancia con naturalidad, consideró Camarena Robles.

La mayoría de los niños tienen mayor predisposición a cambios de conducta que los adultos, por lo que es necesario que los padres estén pendientes de ello. Es muy importante que los papás pongan atención en las actitudes que reflejan sus hijos y acudan con el profesional de la salud mental cuando presenten algunos de los síntomas de este padecimiento, así lo señalo el especialista del IMSS.

Por: Vanessa A. Reyes Almaguer

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